FUNDAMENTOS DEL CRISTIANISMO
MODULO Nº 3
LA PERSONALIDAD DE JESÚS
La Personalidad de Jesús
Comprender el mensaje de Jesús de Nazaret no basta con
conocer lo que dijo e hizo, sino comprender su pensamiento, su mensaje, su obra
y principalmente su personalidad. Por lo general, las personas tienen una
imagen determinada de Jesús, una imagen que se adapta a la perspectiva de cada
persona. Muchas personas imaginan a Jesús como un ser divino y celestial, otros
lo relacionan con un revolucionario sociopolítico o anarquista subversivo que luchaba
contra la dominación romana de Palestina. Evidentemente, Jesús no pudo tener
ambas personalidades, lo que en cierta forma falsea su personalidad. Pero lo
más grave es que se falsifica la verdadera imagen de Jesús, que a la larga va a
determinar de forma decisiva la espiritualidad de las personas y su comprensión
fundamental del cristianismo.
Jesús y las Leyes
En sus principios la ley religiosa constituía la
principal institución del pueblo judío. En efecto, la religión era la ley, y el
hecho de infringir la ley era el pecado más grave que podía realizar un judío,
hasta el punto de merecer la pena de muerte. En este contexto, las acciones de
Jesús con respecto a la ley religiosa de resumen a continuación:
1) Jesús
quebrantó la ley religiosa de su pueblo repetidas veces: al tocar a los leprosos,
al curar intencionadamente en sábado y tocar los cadáveres.
2) Jesús permitió
que su comunidad de discípulos quebrantase la ley religiosa y defendió a sus
discípulos cuando se comportaron de esa manera: al comer con pecadores y
descreídos, al no practicar el ayuno en los días fijados en la ley, al hacer lo
que estaba expresamente prohibido en sábado y al no observar las leyes sobre la
pureza ritual.
3) Jesús
anuló la ley religiosa, la dejó sin efecto e hizo que la violación de la ley
produjera el efecto contrario, por ejemplo, al tocar a los leprosos, enfermos y
cadáveres.
4) Jesús corrigió
la ley e incluso se pronunció expresamente en contra de ella en más de una
ocasión: al declarar puros todos los alimentos y cuando anuló de manera
terminante la legislación de Moisés sobre el privilegio que tenía el varón para
separarse de la mujer.
La forma como Jesús se comportó ante los preceptos de la
ley nos deja una enseñanza fundamental: «el bien
del hombre está antes que toda ley positiva». De esta forma, el bien del hombre esta medido por su
libertad, así era para el propio Jesús y así será para todos los que creemos en
él.
Los Marginados
En la época de Jesús, los marginados se refieren a un
grupo de personas señaladas de ilegitimidad por las leyes religiosas. Por
ejemplo, a esta categoría incluye: hijos ilegítimos de sacerdotes, prosélitos,
esclavos emancipados, bastardos, esclavos del templo, hijos de padre
desconocido, expósitos, los que ejercían oficios despreciados como cocheros,
pastores, cuidadores de asnos, carniceros, fundidores de cobre, curtidores,
recaudadores de contribuciones, entre otras personas.
Pero realmente los más impuros eran los pecadores, es
decir las prostitutas, publicanos y las personas que padecían enfermedades como
los leprosos. Esta categoría consecuentemente afectaba el honor de las personas
y su culpabilidad de conseguir un trabajo, ya que todos los puestos de
importancia en el pueblo se reservaban a los israelitas.
Todos los demás ciudadanos, que se consideraban de
segunda o tercera categoría, les tocaba vivir bajo la opresión de la clase
privilegiada. Jesús ante la situación de los marginados responde de manera
escandalosa al señalar que siempre se debe ayudar al prójimo sin importar su
estatus.
Su humildad se ve reflejada cuando le preguntan a Jesús si era él el
que tenía que venir, ofreciendo la siguiente respuesta: «Los ciegos ven y los rengos andan, los leprosos quedan
limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y a los pobres se les anuncia
la buena noticia» (Mt 11,5 par).
¿Cómo se comporta Jesús con estas personas?
Jesús siempre le da la preferencia a los pobres debido a
que con ellos es con los que debemos ser solidarios y compartir nuestros
bienes, ya que ellos no tienen nada. El indica que todo lo que Él hace se
dirige a los cojos, ciegos, sordos, leprosos, pobres, cautivos y oprimidos. Así
como Él da el ejemplo también existen instancias en donde le exige a los que lo
siguen, que den sus bienes a los pobres. Pero más que eso Jesús trata de
inculcar la idea de que los pobres y desgraciados de la tierra son los privilegiados
en el Reino. También se especifica que no solo se trata de los «pobres “de espíritu» sino los
pobres de verdad, que son las personas marginadas de la sociedad. Jesús
proclama dichosos a los pobres y les da la opción a los discípulos de compartir
con los demás.
Teología de los Marginados
Jesús siempre actúa de forma solidaria con todos los
marginados debido a que Él está creando una nueva sociedad. Esta nueva sociedad
proclama en mensaje de Dios en el que la sociedad es una basada en igualdad, fraternidad
y solidaridad. En este reino de Dios no se tolera las marginaciones impuestas
en el mundo terrenal ya que no está de acuerdo al mensaje principal que esta
sociedad debe dar. Esta nueva sociedad pone el ultimo de primero en un intento
solidario y fraternal para que los más desgraciados sean los más preferidos y
gocen. Más profundo que esto Jesús nos deja con una teología en la cual nos
enseña como Dios actúa y su forma de ser. Si es el Padre de todos los hombres.
Y de sobra sabemos que un buen padre no quiere ni soporta marginaciones entre
sus hijos. Es más, para un buen padre, si alguien es privilegiado, ése debe ser
el más infeliz, el más desgraciado por la razón que sea.
De ahí que, según los
evangelios, el hecho de sentarse a la mesa con los pecadores o curar a los
enfermos tiene el valor de una nueva revelación de Dios. Esto nos da a entender
que para poder conocer al verdadero Dios debemos ser solidarios con los pobres
y marginados. No conoce mejor a Dios el que más lo estudia y el que mejor se
ajusta a determinadas fórmulas teóricas, sino el que vive la cercanía solidaria
con los hombres y mujeres que la sociedad más desprecia. He ahí el secreto del
verdadero conocimiento de Dios.
La Personalidad de Jesús
La reflexión que nos deja el estudio de Jesús, es que su personalidad
se encuentra marcada por tres características:
- su originalidad,
- su radicalidad y,
- su coherencia.
Jesús es original porque no se parecía en nada a ninguno
de los modelos de fe existentes en la sociedad, no era sacerdote, fariseo, ni
zelota. El rompe con todos los esquemas, no imita a nadie y esto rebaja su
personalidad a cualquier modelo humano. Esta originalidad tiene su razón de ser
en el profundo misterio de Jesús. Porque en él es Dios mismo quien se
manifiesta y quien se da a conocer. En (Jn 14,9) se señala: «Quien me ve a mí está viendo al Padre».
Ver a Jesús es ver a Dios. Por eso Jesús nos desconcierta y sorprende
constantemente ya que no lo podemos adaptar a los convencionalismos de la
época. Toda esta originalidad es extremadamente radical ya que es completamente
diferente a lo que se vivía en la época, su total dedicación y entrega para
buscar el bien del hombre, sobre todo el bien y la liberación de los pobres y
oprimidos por el mundo, por el sistema establecido. Por eso Jesús quebrantó
leyes, escandalizó a los piadosos observantes de la religión convencional, se
enfrentó a los dirigentes, soportó la persecución y murió como un delincuente.
En este sentido y desde este punto de vista, la radicalidad de Jesús no tuvo
límites.
Finalmente, en relación con su coherencia, esto se
refiere al hecho de que todo es coherente al plan de Dios. Todas las experiencias
de Jesús existen para revelar a Dios, en su persona, vida y actos. En los
hombres muchas veces falla esta coherencia. Porque se entregan a Dios de tal
manera que eso entra en conflicto con el bien del hombre, a veces se ha llegado
a torturar y matar por fidelidad a Dios; o, por el contrario, se entregan a
ciertas causas humanas olvidándose de Dios y marginando a Dios. En Jesús nada
de esto ocurrió: él fue absolutamente fiel al Padre y absolutamente fiel al
hombre.
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